jueves, junio 5

Vitácora Misionera: Lambaré, Paraguay!

Los pastores Sergio y Patricia Araneda, junto a su hija Millaray salieron rumbo a Paraguay en Febrero de este año. Hoy, ya instalados en Lambaré, cerca de Asunción nos escriben sus experiencias de llegada a una nuevo país, cultura, clima y otras sorpresas :-) A continuación la primera parte de su vitácora de viaje:
Nuestra llegada al aeropuerto fue sin mayores complicaciones. Sorprendido ya al subir al avión porque nosotros no quisimos llevar mucho bulto arriba del avión y sin embargo algunas personas traían maletas muy grandes y hasta una mochila vi por ahí, de esas para excursiones de largo tiempo, o sea grande!...y nadie les puso problema alguno. Era el comienzo de ver muchas cosas que funcionan diferente lejos de mí entonces, único contexto conocido: Chile.
Llegando al aeropuerto inmediatamente surge una complicación: no saber cuánto dar de propina a quienes nos ayudaron con las maletas (aunque no lo había pedido). No tenía a quien preguntarles pues aún no había llegado nadie a encontrarnos. Como no tenía idea del valor que tenía el dinero que llevaba, que era en Guaraníes, no quería “que se aprovecharan de mi”. Y ahí tenía a los pobres maleteros esperando a que el turista soltara el “money”.Como las cantidades en guaraní suenan altas no quería darles veinte mil guaraníes como propina, que a mi me sonaba como a veinte mil pesos…!y en realidad no suelo ser tan generoso con mis propinas! …Ahora sé que los 20 mil guaraníes que no quería soltar sólo equivalen a alrededor de dos mil pesos chilenos !!
Nos fueron a encontrar un matrimonio americano que está trabajando con nosotros, algunas hermanas de la iglesia, la Hna. Débora, el Ptor. Jorge y su esposa María del Carmen. Una bienvenida un poco larga porque acá suelen darse dos besos en la mejilla. O sea: seis hermanas por dos, igual a 12 besos, más los apretones de manos y todo eso.
Ya afuera del aeropuerto el aire se sentía muy cálido, casi caliente, y eso que estaba nublado. Aquí en Paraguay aprendes muy pronto, que ni la lluvia, ni las nubes son sinónimo de frío. Lo que me preocupó un poco es que aseguraron que este era un día “fresco”.

Una de las cosas que me ha llamado la atención de la etnia paraguaya es que, por lo que he visto en general, son bastante apuestos. Me sentí un poco acomplejado los primeros días de culto y algo más negro de lo que soy. De hecho nuestro primer encuentro con la iglesia fue con los jóvenes, ¡y yo los encontré realmente bellos a todos! Las mujeres en su mayoría tienen muy bonita figura, y son más bien altas. De hecho nos ha sorprendido constatar que el pie de la mujer paraguaya es más bien grande no pequeño, como en la mayoría de los casos de nuestras mujeres en Chile. No es extraño que calcen 40 y más.
En la medida que los voy conociendo me sorprendo al encontrar que se parecen mucho, tienen rasgos en común que me hacen pensar que cuando vea a un paraguayo en otro país sabré reconocerlo por la forma de su cara, sus ojos bien redondos y la forma de sus labios que me parece a mí les es común a muchos.

Algo grato ha sido que en la calle no es difícil entablar una conversación con algún desconocido, parece que el paraguayo siempre está dispuesto a conversar. Y más todavía si se dan cuenta que su interlocutor es extranjero...y he sabido que más aún si este es chileno. Y adivinen de quien siempre se acuerdan acá cuando hablan con un chileno: de don Augusto Pinochet. Es como si hablar con un chileno fuera sinónimo de hablar de Pinochet. Dos veces en la calle y una en un taxi me ha pasado lo mismo. Aquí también vivieron una dictadura, y su historia es muy, pero muy escalofriante. Se puede decir que ha sido un pueblo que ha sufrido. Guerras hasta casi el exterminio y no estoy exagerando, se tuvo que repoblar el país en un momento dado por medio de la práctica socialmente aceptada como “necesaria” de la poligamia. Hoy hay mucho libertinaje en lo sexual entre la población. Es común encontrar muchachas “madres solteras”.
El pueblo paraguayo es un pueblo muy católico, muy devoto y muy temeroso del castigo divino, y de la mala suerte.
Las tragedias que han vivido les han hecho sentir que hay fuerzas muy poderosas manejando sus destinos, y no importan cuanto lo deseen o cuanto recen, las cosas pasarán sí o sí y generalmente serán cosas malas. Su manera de ver las cosas suele ser muy fatalista. “pobre naciste, pobre morirás”, nada ni nadie cambiará eso. Qué bueno poder hablarles de un Dios que puede cambiar el curso “inevitable” de las cosas.
Otra cosa bonita que he visto de las personas acá es que en el colectivo (nuestra micro), siempre hay alguien que está dando el asiento a alguna persona, a una mujer mayor, a una mamá y su pequeño, incluso a mí me han dado el asiento!! No sé si por las canas u otra cosa, pero lo han hecho. Allá en Chile me era inusual ver esa amabilidad en la locomoción colectiva, acá lo he visto más seguido. ¿Será porque Paraguay es más pequeño? ¿Será porque Lambaré, la ciudad donde estamos, aún guarda ese aire rural?

Continuará...

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