jueves, junio 19

Pr. Héctor Arias escribe: ACyM, Iglesia de Jesucristo

Apreciados pastores, directivos y miembros de la iglesia local, reciban un saludo fraterno.

Les escribo con el propósito de animarles para que no perdamos de vista nuestra identidad como Iglesia de Jesucristo. Tanto en el AT como NT, quedan al descubierto una serie de retratos sobre lo que la Iglesia es y hacia dónde debe dirigir su misión. Las representaciones “Pueblo de Dios”, “nación santa”; “Sacerdotes del Señor”; “Rebaño”; “Casa”; “Familia”; “edificio”; “sal”; “luz”; “cuerpo de Cristo”, son algunas de las tantas imágenes que intentan mostrar quiénes somos y hacia dónde debemos dirigirnos como Iglesia.

Pensar que somos “Pueblo de Dios” nos ayudará a entender dos cosas muy importantes: Primero, que las directrices en cuanto a cómo debemos vivir como iglesia, están dadas por Aquel que nos llamó. Segundo, somos una nación en la que comparten personas de diferentes grupos sociales y raciales sin distinción (Cristo murió para lograr esto).

Afirmar que somos “sal”, significa que hemos sido llamados para ser agentes de preservación en los lugares donde Dios nos ha puesto como iglesia. Evitar que el entorno comunitario en que estamos se corrompa, es nuestra gran misión. ¿Cómo logramos esto? Viviendo el evangelio y también anunciándolo. Así que, ser “sal” implica un No rotundo al aislamiento de la iglesia en relación a la comunidad en que está. Pero también es un No rotundo a la asimilación de la iglesia al mundo.

Ser “luz” nos hace entender que debemos desenmascarar aquellos poderes ocultos (mentira, deshonestidad, violencia, abuso de poder, etc.), que intentan posicionarse en las comunas donde Dios nos ha puesto. Esconder la “luz” es dejar pasar, es llamar a lo malo, bueno y a lo bueno, malo, con el fin de no ser molestados o perder popularidad.

Ser “cuerpo de Cristo” nos ayuda a comprender que hay una “cabeza” (Cristo) al cual debemos sujetarnos y obedecer. Él es quien da las directrices. Esta figura también nos impulsa a valorar y ayudar a quienes conforman este cuerpo (cosas tan necesaria hoy en día).
Así que cultivemos todos y cada uno de estos perfiles que la Biblia nos presenta de la Iglesia, de tal manera que nuestra identidad no se diluya, sino fortalezca en todo Aquel que es la cabeza, Cristo. No debemos permitir que se nos imponga desde una plataforma no Bíblica lo que debemos ser y hacer. Sino, por el contrario, debemos construirnos pensando si lo estamos haciendo en el Señor. Como afirmó cierto escritor “no basta con que la iglesia exista: es preciso además participar de su construcción” y esa construcción debe ser en conformidad a su palabra. No podemos reducir la iglesia a un club social o algo similar, sino que la Iglesia debe ser iglesia, y esencialmente eso, Iglesia.

Dios nos permita en estos días seguir participando activa y seriamente en la construcción de su Iglesia, de tal manera que la gente pueda ver a Jesús en ésta.

Un abrazo fuerte en Cristo Jesús,

P. Héctor Arias Contreras
Presidente ACyM

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