jueves, noviembre 6

La Promesa de Fe en Nuestra Experiencia

Desde Lambaré, Paraguay

La Promesa de Fe en nuestra experiencia
(Enseñanza y testimonio)

1. La iglesia donde me crié como cristiano tenía un culto semanal (miércoles) dedicado a las misiones. Pero lo único que recuerdo de esos cultos es a una persona esgrimiendo ante todos un sobre de color amarillo, pero no recuerdo que yo haya captado para qué servía dicho sobre. Seguro lo explicaron, pero a mí me resultaba algo totalmente ajeno e indiferente.

2. No fue sino hasta cuando me fui a estudiar al entonces Instituto Bíblico, que oí de Misiones con algo de más pasión. Nuestra iglesia nacional venía viviendo un precioso despertar hacia las misiones, de hecho el rector de nuestro Seminario de ese entonces, Pr. Pablo Darraidou, al año de haber estado yo estudiando, sale del instituto para ir a ministrar a Bolivia como misionero.

3. Se formaron diversos comités de actividades para los alumnos y uno de ellos era el Comité de misiones.

4. Por supuesto yo no era parte de ese comité pensando, en ese entonces, que no era lo mío, y como muchos pensando que el creciente énfasis en las misiones que nuestra iglesia nacional venía experimentando era una moda más entre los cristianos, como lo fue en su momento la búsqueda de la experiencia carismática de hablar en lenguas, el fenómeno de las caídas, etc.

5. Y salí del Seminario convencido de que yo era pastor no misionero. Luego de nuestra graduación del Seminario iniciamos, junto a mi esposa Patricia, nuestro ministerio pastoral en la hermosa ciudad de Viña del Mar.


6. Ojeando los libros de la iglesia “tropecé” con un sobre de color amarillo, que era de los sobres que se usaban para recolectar la Promesa de Fe, y recordé que uno de los deberes de todo pastor de nuestra iglesia nacional era precisamente incentivar la Promesa de Fe en su iglesia local, por lo que nos dimos junto a mi esposa a la tarea de promover las misiones con ese fin.

7. Al ir recabando información sobre los misioneros y los lugares donde aún no había suficiente testimonio del evangelio, al ir confeccionando mapas, al ir viendo fotos o dibujos con los rostros de personas de la entonces llamada ventana 10/40, la zona menos evangelizada del mundo, y al ir separando con el mismo cariño que el Diezmo una ofrenda mensual para misiones, algo fue ocurriendo en nuestros corazones.

8. Un interés, una preocupación, una pasión por las misiones se fue apoderando de nosotros. Bien dice el viejo adagio: “ojos que no ven, corazón que no siente” o “mano que no actúa mano que no se moja”. Y es posible que esta sea la razón principal porque muchos cristianos aún son algo indiferentes al tema de las misiones.

9. Como sea, nos fuimos comprometiendo no sólo con nuestras oraciones por las misiones, sino también con nuestros recursos para las misiones.

10. Fuimos entendiendo que la evangelización del mundo se hará con la cooperación de la iglesia, no sin ella. No sin su tiempo, sin su gente, sin sus recursos.

11. De la misma manera que separábamos el Diezmo, ahora separábamos nuestro aporte para Misiones, como aún lo hacemos, más aún cuando ahora nos toca ser sustentados por la Promesa de Fe.

12. Se dice que nadie está reamente identificado con una causa sino hasta cuando pone de su dinero en ella. Es un gozo expresar cada mes nuestro respaldo, nuestra entrega personal por las misiones, a través de la entrega gozosa de nuestra Promesa de Fe.

13. Me pregunto, pues, qué impacto tendrá en los Cielos la oración de alguien que abre la boca para orar por las misiones, pero que al mismo tiempo cierra su bolsillo para las misiones.

Sergio Araneda B.
Lambaré Paraguay
Octubre 2008

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