En este artículo reproducimos parte de una noticia publicada hoy por el diario El Mercurio. Esperamos que al leerlo seamos sensibilizados por la realidad de a lo menos 600 mil de nuestros compatriotas que con corazón sincero buscan espiritualidad llegando a historias como las descritas a continuación.
Es dificil leer estos relatos sin pensar en el mayor sacrifio
que la historia haya jamás conocido.
Un sólo sacrificio para llevar pecados,
y todas nuestras enfermedades.
Les invitamos a leer esta noticia
con estos pasaje de las Escrituras en mente..."Ciertamente el (Jesús) cargó con nuestras enfermedades
y soportó nuestros dolores...Todos andábamos perdidos como ovejas;
cada unos seguía su propio camino, pero el Señor hizo recaer sobre él
la maldad de todos nosotros"."Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad
en lo alto de una colina no puede esconderse...
Hagan brillar su luz delante de todos,
para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes
y alaben al Padre que está en el cielo".Alrededor de 600 mil personas concurrieron al Santuario de Lo Vásquez
para participar de la celebración del
Día de la Inmaculada Concepción de la Virgen.
Marcado por un multitudinario fervor religioso se celebró ayer en el Santuario de Lo Vásquez, el día de la Inmaculada Concepción, festividad católica que puso término al Mes de María y que en esta oportunidad agrupó a alrededor de 600 mil fieles, quienes en su mayoría concurrieron al lugar con profundo recogimiento para pagar mandas o a hacer peticiones a la Virgen.
NUEVO CAMPUS
El recinto que tiene finalizada su obra gruesa, permitió albergar en la oportunidad a cerca de 4 mil personas, esperándose que al término de la construcción pueda acoger a 7 mil.
Al ser consultado en un encuentro con la prensa si es un hecho negativo para la iglesia que la celebración de la Inmaculdad Concepción se haya convertido para muchas personas más en un paseo que en un acto de fe, Duarte respondió que "si la gente viene y decide ocupar el predio del Santuario en esta fecha o en otras para compartir con la familia, es algo que me pone muy contento y me parece legítimo. Eso no es paganizar la festividad".
UNO ENTRE TANTOS
Se acercan de rodillas con velas en sus manos, se arrastran con enormes mochilas en sus espaldas, caminan llorando, hasta la imagen de la Virgen de Lo Vásquez. Son cientos de miles los que, en una ceremonia que han repetido por años cada 8 de diciembre, han recorrido kilómetros en bicicleta, a pie o en auto para postrarse ante la Virgen María.
Marcos Azúa, se sacó zapatos y calcetines al pie de las escaleras del frontis. Descalzo sobre las piedras calientes se arremangó los pantalones estilo militar, encendió dos velas y se arrodilló. La columna de peregrinos no avanzaba, pero ni a él ni a sus padres les importa la espera, porque ya han caminado bastante y vienen dispuestos y con el corazón puesto en cumplir su promesa. "Vengo desde hace seis años, porque la Virgen me ha hecho muchos milagros. Me ha cuidado a la familia y me ayudó a salir de los problemas en que estaba. Le he pedido que me limpie los papeles, que me ayude con mi polola para salir adelante", contó emocionado.
Detrás de él va caminando su madre, Carmen Azúa Espinoza, "orgullosa" de su hijo y "agradecida de la madre de Jesús que ayudó a recuperarlo". "No hay otra razón que la total devoción a la Virgen, yo confío en ella y en que si le pido algo me lo va a cumplir. También me devolvió a mi otro hijo, que no está acá ahora, pero que siempre viene", dijo con los ojos llenos de lágrimas. Una voz femenina por los altoparlantes, la misma que durante toda la jornada guió los "Padre Nuestro" y los "Ave María", pidió con insistencia que se apagaran las velas. "Peregrinos, adentro del templo hace mucho calor y además las velas son un peligro de incendio. A nuestra Santa Madre le basta con que llevemos una luz prendida en el corazón", repitió una y otra vez. Pero Marcos, su familia y los otros fieles parecen no escuchar las advertencias, porque siguen adelante con las luces encendidas y con las manos cubiertas de blanca cera.
APLACANDO EL CALOR
Purísima Díaz, de 75 años, llegó a Lo Vásquez como lo ha hecho en los últimos 30 años, a visitar a su "tocaya", como le dice a la Inmaculada Concepción. Hasta hace 5 años hacía la ruta entre Valparaíso y el santuario caminando con su marido y sus cinco hijos, pero ahora, dijo, el cuerpo no la acompaña y se vino en automóvil.
Después de oír misa en la carpa se sentaron a la sombra de un árbol Purísima, su hijo Patricio Cortés, su nuera, Nelly Eyzaguirre y su nieto Alexander, a un costado de la iglesia, detrás de la Comisaría. Ahí entre las carpas y toldos de quienes habían llegado desde el día anterior compartieron su almuerzo: pollo y huevos duros. "Llegamos desde la mañanita, desde las 9, y no nos pensamos ir hasta que termina la procesión. El Señor y la Virgen han sido muy buenos conmigo en esta vida. Ahora no me acompañan todos mis niños, porque están casados y tienen su propia vida, pero igual llego. Esta ya es una tradición familiar y es bonito", relató.
Para los que llegaron tarde y no alcanzaron a cobijarse bajo los árboles el calor fue el peor enemigo. Hasta las 17 horas, había causado que 800 de ellos debieran ser atendidos por la Cruz Roja. Según informó el director regional de Socorro y Prevención de Desastres de ese organismo, Pedro Montiel, esta cifra es similar a la del año pasado y que la mayor parte de los casos correspondieron a desmayos, ataques de epilepsia, dolores de cabeza, fatiga muscular e insolaciones.
Como una forma de disminuir el número de casos los voluntarios de la Defensa Civil distribuyeron tazones con agua tomada de camiones aljibe entre las personas que llegaron hasta la entrada de la Iglesia, sobre todo los que ingresaban al recinto de rodillas o arrastrándose.
LO PROMETIDO ES DEUDA
Para los peregrinos de Lo Vásquez, no sólo es fe o devoción lo que los impulsa hacia el santuario, soportando la aglomeración y los 28ºC de calor, es un compromiso, una promesa que hay que cumplir, porque "la Virgen ya ha cumplido". Para estas personas la razón para hacer sacrificios no tiene ningún misterio. La respuesta y el agradecimiento se repiten en todas las voces y tonos: "Hice una manda por la curación de mi hija y ella se mejoró. Voy a venir por todo el resto de mi vida", explicó Magaly Ponce. "Le pedí que cuidara la salud de mi viejita", dijo Marcos Azúa, quien vino caminando desde Casablanca.
Eran las 11 de la mañana y el sol estaba alto cuando Pablo Palacios, de 28 años, cruzó la puerta del santuario. Las gotas de sudor rodando desde su pelo castaño por su piel quemada por el sol. Va con los ojos apretados, adolorido, porque avanza de rodillas, las mismas que "se curaron gracias a la intervención de la Virgen" después de que él hiciera una manda. Llegó en automóvil, porque no se encontraba en condiciones para hacer el camino entre Valparaíso y Lo Vásquez totalmente a pie, como lo ha hecho en los tres últimos años. "Da lo mismo el dolor o la incomodidad. Es lo mínimo que uno puede hacer por su fe. Uno pide y pide con toda la fe que lo ayuden y corresponde devolver el favor. Yo podría haber cumplido mi manda cualquier día, no le puse fecha, pero que mejor que agradecer a la Virgen hoy, en su celebración", aseguró.
"SACAR A CIEN"
En el santuario de Lo Vásquez el murmullo de los rezos de los fieles se confunde con las ofertas de calendarios con la imagen de la Virgen, de fruta, de mote con huesillo, de ropa y de miles de otros artículos tan inverosímiles como antenas de televisión o ollas de cobre. A unos metros de la Iglesia cantos como "Puedo confiar en el Señor" se pierden entre los melódicos compases del grupo sound Ráfaga. Y es que la fe más profunda de los que pagan mandas coexiste con el afán comercial de vendedores ambulantes y establecidos.
Para José Araos, dueño de la restorán El Paso, desde hace 20 años este 8 de diciembre fue un éxito. Ya al mediodía las seis mesas del local estaban repletas de gente y se había agotado el pollo para los sandwiches de ave. Aunque no quiso revelar cuánto había ganado, reconoció que hubo "mucho movimiento, más que en los dos últimos años, así es que ha entrado más billete". En otro local establecido, la confitería Anita, aseguraron que los días de calor, como el de ayer, los favorecen.
Los ambulantes en cambio se quejaron de que, a pesar de que circuló más gente, sus ventas fueron mucho menores. El puesto de frutas de Francisco Rojas vendió 30 cajas de cerezas y damascos el año pasado, ayer había llevado sólo 10, que no alcanzó a vender.
Luis Pérez, vendedor de sombreros de tela, explicó el problema en el aumento de la competencia, más que en el menor poder adquisitivo de los clientes. "Esto sigue siendo un muy buen negocio, pero cada vez hay más gente que se viene a vender por acá. Entonces uno está obligado a bajar los precios y hay menos ganancias", aseguró.